12 de julio de 1936 - 25 años
Meditaciones de un trapense - San Isidro
Saber
esperar
En la Trapa
tenemos los trapenses un consuelo muy poco conocido en el mundo... Aquí en la
casa de Dios y separados del bullicio de los hombres, se ve de una manera
palpable lo corto que es todo lo que pasa con el tiempo... En el mundo también,
pero es de otra manera.
El mundo cuando comenta la rapidez de la vida, lo hace con un “dejo"
de tristeza; se lamenta de la brevedad de todo... El hombre vive muchas veces
del recuerdo…, y lo que pasó ¿de qué le sirve?... No se enmienda, sigue
buscando en la vida que aún le queda, lo que no encontró en la vida que vivió.
Le llegan los años últimos y en estos aún nota más la nostalgia de lo que pasó,
y lo breve de todo… Triste vejez la del mundo.
En la Trapa, al monje lo que fue ya no le importa… Solamente tiene el
inmenso consuelo de saber que lo que aún le queda, ha de pasar. ¿Qué hacer,
pues, sino esperar? Y con qué alegría y paz se espera, lo que es cierto ha de
venir.
Qué paz da al alma pensar, que lo que espera, ni los hombres ni los
acontecimientos pueden impedir su llegada... Cada día que pasa, es un día más
que nos acerca al comienzo de la verdadera vida.
Lo que para
el mundo es el fin, para el monje es el principio. Todo llega, todo pasa...,
sólo Dios permanece.
San Rafael Arnáiz Barón, OCSO.
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