“La vanidad está tan arraigada en el corazón del hombre, que un soldado, un granuja, un cocinero, un mozo de cordel se alaba a sí mismo y quiere tener sus admiradores; los quieren hasta los mismos filósofos; y quienes escriben en contra quieren tener la gloria de haber escrito bien y quienes los leen quieren tener la gloria de haberlos leído; y yo mismo, que escribo esto, tengo quizás este deseo; y quizás quienes lo lean…”
Pascal, Blaise, Pensamientos, 150 (ed. Brunschvicg).

domingo, 3 de agosto de 2014

Sufrimiento: Santa Teresa del Niño Jesús



“Jesús sufrió con tristeza... ¿Podrá sufrir el alma sin tristeza...?
¡Los mártires sufrieron con alegría... y el Rey de los mártires sufrió con tristeza...! Y la primera palabra de su agonía fue: «¡Me muero de tristeza!» ¡N.S. tiene miedo a su cáliz amargo, tiene miedo de su santa vocación...! Esos miedos que me conturban puedo, pues, ofrecérselos... N.S. se conturba, tiene miedo... No conserva la sangre fría... ¡No permanece impasible...! Y yo me reprocho mis turbaciones..., mientras que Jesús me enseña que son meritorias... Jesús... siente rechazo... Siente rechazo y repugnancia ante su vocación sagrada... y su sangre fluirá de todos sus miembros como prueba de ese rechazo y de esas repugnancias... ¿Y me extraño yo de experimentar repugnancia ante las angustias de la naturaleza...? N.S. llega has el tedio, un sentimiento bien bajo en un alma generosa... Suprimamos los tedios y los sentimientos de abandono..., ¿y dónde quedarán nuestras pruebas? Y yo creía que no había que sufrir pobremente, miserablemente... «¡Dios nos libre, decía un santo, de sufrir noblemente, reciamente, generosamente!» Sin esta cruz íntima del desaliento, no lo olvidemos, todas las demás no serían nada...”

Santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz (1873-1897).



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