“La vanidad está tan arraigada en el corazón del hombre, que un soldado, un granuja, un cocinero, un mozo de cordel se alaba a sí mismo y quiere tener sus admiradores; los quieren hasta los mismos filósofos; y quienes escriben en contra quieren tener la gloria de haber escrito bien y quienes los leen quieren tener la gloria de haberlos leído; y yo mismo, que escribo esto, tengo quizás este deseo; y quizás quienes lo lean…”
Pascal, Blaise, Pensamientos, 150 (ed. Brunschvicg).

domingo, 3 de agosto de 2014

Intuición - Corazón: Pascal



     “Conocemos la verdad no sólo por la razón, sino también por el corazón; de esta segunda manera conocemos los primeros principios, y en vano el razonamiento, que no participa en ella, trata de combatirlos. Los pirrónicos, cuyo único objetivo es esto, se esfuerzan inútilmente. Sabemos que no soñamos. Por impotentes que seamos para probarlo mediante la razón, esta impotencia no prueba sino la debilidad de nuestra razón, pero no la incertidumbre de todos nuestros conocimientos, como ellos pretenden. Pues el conocimiento de los primeros principios, como que hay espacio, tiempo, movimiento, números, es tan firme como cualquiera de los que nuestros razonamientos nos brindan. Y es necesario que la razón se apoye sobre esos conocimientos del corazón y del instinto, y que sobre ellos fundamente todo su discurso. (El corazón siente que hay tres dimensiones en el espacio y que los números son infinitos, y la razón demuestra luego que no hay dos números cuadrados de los cuales el uno sea el doble del otro. Los principios se sienten, las proporciones se infieren; y todo esto con certeza, aunque por vías diferentes.) Y es tan inútil y tan ridículo que la razón exija al corazón pruebas de sus primeros principios para querer consentir en ellos, como sería ridículo que el corazón exigiera a la razón un sentimiento de todas las proposiciones que ella demuestra para querer aceptarlas.
     Por lo tanto, esa impotencia sólo debe servir para humillar a la razón, que pretendería juzgar acerca de todo, pero no para combatir nuestra certeza, como si solamente la razón fuera capaz de informarnos. Muy por el contrario, ¡pluguiera a Dios que nunca tuviéramos necesidad de ella, y que conociéramos todas las cosas por instinto y por sentimiento! Pero la naturaleza nos ha rehusado este favor; por el contrario, nos ha concedido muy pocos conocimientos de esta clase; todos los demás sólo pueden ser adquiridos mediante el razonamiento. […].”

Pascal, Blaise, Pensamientos, 282 (ed. Brunschvicg).


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